(Primera Parte)


Jamás fueron amigos. Ni siquiera se podría decir que fueron compañeros porque, "el compañerismo es otra cosa", según aclaraban.


Eran colegas, simples colegas, a quienes el destino se encargó de unir y condenar.

Estuardo nació desnudo, como todos. Las ropas del hospital le duraron justo el tiempo que tardó en llegar a casa. Allí le esperaba una cuna grande y una habitación pintada de celeste.

Debemos aclarar que a él "lo sacaron". El mismo lo acentuaba cada vez que podía. "Yo no nací. A mí me sacaron".

Su padre, un distinguido ginecólogo, había programado que naciera un día domingo, "el día del sol", como él decía.

Estuardo, no saboreó la leche materna. Le hubiera estropeado los "hermosos senos" a su madre, una bella mujer de piel trigueña y de ojos claros, color miel.

Rodrigo nació desnudo, como todos. Las ropas del hospital le duraron dos semanas, justo el tiempo que tardaron en conseguirle ropas nuevas.

A él lo esperaba una caja-cuna, dos hermanas, una tía y una abuela. El nació "como Dios manda", según decía su madre. El nunca hablaba de eso.

Su padre, un distinguido desconocido, jamás se presentó a su vida. La única leche que probó hasta los tres años fue manaba de los senos de su madre, una costurera de ojos zarcos. Senos que ya estaban estropeados.

Ambos nacieron el mes de enero del mismo año, según una biografía que se publicó de ambos el día de su muerte, en un periódico local. Ambos murieron el mismo mes, el mismo día y el mismo año también.



Estuardo estudió, desde pequeño, en la misma institución. Al terminar sus estudios medios se premió su perseverancia. Todo estaba listo para iniciar la universidad, tal como su padre lo planeó.

Rodrigo estudió en cuatro escuelas diferentes hasta el noveno grado. El Padre Justino lo ingresó al bachillerato, donde éste era el administrador. "Gracias al Padre Justino logró su cartón de bachiller", decía su madre. El siempre recordó al Padre Justino con gran cariño.

Fue justo días antes de ingresar al bachillerato cuando se conocieron. Esa vez fue culpa de la música.

A ambos les gustaba la música ligera. Su banda favorita daría un concierto (el único) un viernes por la noche en la capital. No podían ni debían perderse por ningún motivo el espectáculo. Ambos estaban preparados.

Esa noche, Estuardo, se puso la camisa negra de colección que había comprado durante el viaje que hizo con sus padres a Argentina. "Este concierto nunca se dio" , le dijo el vendedor, mientras colocaba la camisa en una bolsa negra. "Es de colección, sólo se hicieron unas pocas para el staff", le termino diciendo.

Rodrigo compró una igual en un local de ropa usadoa donde nadie notó ni estimó el valor de la prenda. Tenía un pequeño agujero cerca del ruedo que él mismo cubrió con una insignia de la misma banda. Esa noche también la llevaba puesta.

Ambos gozaron cada instante del concierto. Uno, desde una zona exclusiva, acompañado de algunas amigas. El otro, sumergido en el mar de espectadores que coreaban sin descanso las canciones. A uno, lo envolvía la fragancia y seducción de los cuerpo permisibles de sus acompañantes. Al centro del local, el otro, era atropellado por el sudor y la euforia colectiva de los fanáticos.



Se encontrarían dos horas después.


(Continurá)

Comments (2)

On 12 de septiembre de 2008, 20:56 , Ofelia Waltz dijo...

Querido, disculpame ausencias.

Han sido días raros, verás...muy raros. Así como para hablarle a la gente, te has de imaginar.
Me ha gustado está primera parte. Muy limpia, muy fluída al leerla en voz alta - me gusta leer así - agradable para cualquier momento donde te gusta quedarte con "dudas". Debe ser así cuando se lee. A mi me es dificil leer narrativa, no me atrapan facilmente. Será por eso que prefiero la poesía y las crónicas poéticas, no sé...algo así. Pero esto tiene un cálido aire que me hizo quedarme. Yo voy a venir, a ver está historía tuya...espero, llena de casualidades. Y paralelismos ilógicos, que de hecho son tan dulcemente comunes.

Sin más por el momento, querido David. No sin antes agradecerte siempre la presencia allá..donde tú sabes que es allá. También yo voy, también yo vengo..

Siempre.

Un abrazo grande.

 
On 17 de septiembre de 2008, 9:49 , DEARmente dijo...

gracias.