... es sólo el viento,
o tu imaginación.


Sucedió hace varias noches atrás. Una de esas noches en las que el insomnio me obliga a sentarme en el sofá, frente al televisor, con los ojos tirados en las imágenes nocturnas del aparato o en las páginas de algún libro sin final.

Las agujas del reloj aún no rozaban la medianoche cuando de pronto noté un rápido movimiento cerca de mis zapatos, junto a la mesa de sala. Una pequeña sombra que se desplazaba rápidamente hacia el lado opuesto del sofá donde me encontraba.

Liberé mis ojos del leve sueño en que empezaban a sumergirse e intenté perseguir el objeto con mi vista. En un segundo vistazo logré apenas definir un bulto color café que, según recuerdo, se fue directo hasta mi habitación. Mi reacción fue un poco tardía.

La duda logró disipar el poco sueño que había logrado concebir allí sentado. Me levanté de golpe y revisé la sala. Una breve inspección reveló que faltaba uno de los vidrios de la ventana que da hacia la calle. La ausencia de éste deja un espacio lo suficientemente grande para que un animal pequeño o de tamaño considerable pueda entrar por ella a la casa. La idea me puso nervioso.

Noté que la luz de la cocina estaba encendida.
Adelia no podía dormir y se preparaba un té.

Adelia, ¿vio pasar algo por el pasillo?
— Sí, señor, creo que era un gato.

La respuesta debió tranquilizarme por un momento, pero...

— ¿Está usted segura de eso?
— Parecía ser un gato, señor.

Entonces, como todo, intenté olvidarlo.

Volví al sofá, a empezar de nuevo, intentando alcanzar un poco de sueño. Al estar sentado en la posición en la que aquel bulto me había robado la calma no pude evitar recrear la aparición. Fue muy rápido. En mi memoria sólo hay dos fotografías, dos escenas rápidas del suceso. Todo es muy rápido y confuso cuando lo recuerdo. Primero, una sombra se desplaza muy rápido cerca de mis pies, viniendo por debajo de la mesa de sala y saliendo del alcance de mi vista por la parte baja del sofá. Yo parpadeo. Luego, volteo; veo un bulto en dirección hacia mi habitación, es color café. Regreso la mirada a la mesa. Reacciono. Al volver a buscar no hay nada, se ha ido. Luego reviso la sala.

Adelia no puede mentir. Ella cree haber visto un gato salir por el pasillo. Los gatos son muy rápidos. Quizá estaba asustado e intentó entrar a mi habitación y luego, rápidamente, se dirigió hacia el pasillo, hasta salir por el patio. Eso es lo más probable, aunque de haber entrado por la ventana debí haberlo escuchado. La noche es muy confusa.

Logré quedarme dormido hasta en la madrugada, cerca de las tres de la mañana. Me había tirado sobre la cama como borracho de desvelo. Mi cuerpo resentía las pocas horas de descanso. Entonces, como si fuera parte de una alucinación, sentí que algo rasgaba mis pies. Yo, entre dormido y despierto sacudí mis piernas como librándome de una soga con espinas. Al abrir los ojos tuve la sensación de que estaba soñando, de que todo había sido un sueño, a pesar de sentir rasguños en mis pies. El sueño y el cansancio, a estas alturas de la madrugada era más fuerte que cualquier pensamiento o preocupación. Volví a entregarme a las sábanas y al poco sueño que todavía podía disfrutar.

Es justo cuando pienso que estoy profundamente dormido cuando escucho el sonido de un golpe en la habitación, como si algo se cayera del techo o de las paredes. Sin pensarlo, esta vez sí me levanto de la cama y enciendo la luz. Dudo.

¿Ha sido un sueño o realmente algo se ha caído dentro de la habitación o en alguna parte de la casa?

Confieso que siempre me he considerado un individuo pragmático, alejado de supersticiones o creencias
paranormales. Nunca he puesto la pasión por encima de mi razonamiento. Por ello, mi reacción al impacto que creí haber escuchado fue de revisar los hechos, lo que en ese momento estaba al alcance de mis consideraciones.

Todo parecía estar en orden en la habitación, excepto por un objeto en el piso, cerca de la ventana. Un bolso pequeño pero no liviano, que había dejado sobre el ropero en algún momento y me había olvidado por completo de él. Sin embargo, estaba totalmente seguro de que no estaba allí al momento de ingresar a mi habitación. Revisé la ventana, para descartar cualquier ráfaga de viento que podría haber entrado provocando que la bolsa cayera al suelo desde donde estaba.

La ventana estaba cerrada. La puerta estaba cerrada. No había viento en la habitación.

Mis sospechas entonces se aclararon. Había algo encerrado dentro de la habitación intentando salir. Algo lo suficientemente pequeño como para esconderse dentro, a pesar de las luces, pero lo suficientemente grande para hacer ruido y botar objetos de peso mediano.

Debió ser ese algo lo que rasgó mis pies en la noche. Debió ser ese algo lo que botó el bolso desde lo alto del ropero intentando salir. Debió ser el bulto, sí, el bulto que había visto horas atrás entrar en mi habitación. Mis sospechas eran ciertas.

Recordé que
Waldo, mi amigo de infancia, me había relatado un incidente donde una rata se había escondido en su habitación y la dificultad que tuvo en encontrarla. Era una posibilidad, sin embargo, mi propiedad está libre de roedores. Aquí no hay ratas. Esto suponía un problema en mi tesis. Quizás una rana perdida o una ardilla como la que encontré en la cocina cuando volví de mi viaje hace algunos meses. Tal vez una araña o lagartija de dimensiones mayores. Probablemente, un ave pequeña o una mariposa gigante atrapada. Un saltamontes... Las posibilidades crecieron.

Antes de confundirme con más posibilidades, establecí un hecho casi seguro.
Adelia aseguró haber visto algo parecido a un gato salir por el pasillo. Yo estaba seguro que ese bulto o sombra que levemente alcancé a ver en la noche iba en dirección a mi habitación. Estaba claro. Debieron ser dos bultos. Ambos, fueran lo que fueran, habían entrado a la casa por la ventana rota (quién sabe desde cuando). Uno, el que creo haber visto, se había metido en mi cuarto, quizás huyendo. El otro, el que Adelia vio, salió por el pasillo. Este debió haber estado siguiendo al primero. No había duda al respecto. Uno de esos bultos, fuese lo que fuese, estaba allí encerrado en mi habitación y debía sacarlo.

A pesar de mi temor y nerviosismo, decidí buscar a puerta cerrada al intruso. Estaba decidido a encontrarlo y eliminarlo. Removí el ropero, la ropa, mi cama, mi computador, mi mesa de noche, mis libros, todo, sin conseguir encontrarle.

Estaba confundido. Intenté recordar entonces lo último que había soñado. Era posible que me hubiera confundido. Quizás el ruido que escuché y los rasguños que sentí sólo eran parte de mi inseguridad, de mi nerviosismo, de mi duda. Posiblemente era producto de algún sueño o pesadilla. Eso podría explicar mucho de lo sucedido, pero, el bolso contradecía ese supuesto. ¿Cómo había llegado hasta allí solo? ¿Por qué a pesar de mi búsqueda no encontré nada en la habitación? ¿Sería ese bulto un reptil o roedor escondido? ¿Podía ser capaz un animal de esconderse en pequeñas ranuras? ¿Realmente había algo adentro? ¿Me estaría volviendo loco?

Dejé la luz encendida largo rato. Esperé.

Nada.

Decidí entonces apagar la luz y dormir un poco. Entonces, hablando conmigo mismo, me susurré: "Qué extraño". Mis palabras entonces se confundieron con el sonido de unos rasguños provenientes de algún lugar dentro de la habitación. Parecía que, efectivamente, algo estaba encerrado en alguna parte del dormitorio intentando salir, rasgando las paredes que lo aprisionaban, pero, el murmullo de mi voz no me permitió localizar la fuente del sonido, por lo que decidí quedarme callado para escucharlo de nuevo con más detalle. Me quedé en silencio, muy atento, esperando.

Por fin me quedé dormido.

Avanzada la mañana, al despertar, le pedí a
Adelia que, además de asear mi habitación, removiera las cosas de su posición normal, que cambiara la ubicación de mi cama, computador, ropero, mesa de noche, etc. Así mismo, le pedí que sacara toda mi ropa, mis zapatos y mis libros, todo.

Esperaba que en cumplimiento de su deber,
Adelia se encontrara con el intruso que me había robado el sueño y lo eliminara con su escoba o, al menos, un grito de sorpresa revelaría mis sospechas de que efectivamente algo estaba encerrado allí como lo sospechaba. Pero nada. Absolutamente nada. Lo que me dejó un poco confundido, pero tranquilo a la vez.

Esa noche me quedé dormido con un libro como almohada. Tenía meses de no sentir que podía dormir de esa forma. Mi cuerpo estaba completamente adherido a mi cama. Parecía suspendido sobre alguna nube distante. Sentía un reposo absoluto hasta que escuché cerca de mi cabeza, justo debajo de mi cama, un sonido extraño. Era como si algo intentaba salir rascando el colchón desde abajo.

¡Imposible!, me levanté de inmediato. Encendí la luz. Volteé mi cama y nada, nada.

Esta vez estaba seguro de no haber estado soñando. Lo escuché perfectamente, el sonido era real. No pude dormir intentando concentrarme para volver a escuchar algo. Fue inútil, el sonido no volvió a escucharse.

A la mañana siguiente, le ordené a
Adelia que sacara mi cama al patio. Le pedí que la sacudiera, sin darle mayor explicación. Nuevamente esperé. Observaba desde lejos cómo Adelia golpeaba los colchones de mi cama una y otra vez, y nada. No sucedió nada. No había nada fuera de lo normal. Este hecho me robó la calma.

Las noches siguientes a lo ocurrido no conseguí dormir por intentar escuchar el mismo sonido dentro de la habitación. Intentaba concentrarme, luego, sin darme cuenta, me quedaba dormido, justo cuando el sol ingresaba por mi ventana. Comencé a dejar la luz encendida para no dormirme. Pero, a pesar de mi atención, no lograba escuchar nada. Absolutamente nada.

Mi paciencia estaba llegando a su límite.
Adelia parecía preocupada por mis desvelos y mi negativa a salir de la habitación. No podía dejar que escapara eso, fuese lo que fuese.

Empecé a consumir mucho café para evitar dormir en las noches. Necesitaba estar atento, muy atento. Salía del cuarto sólo para ir al baño, pero siempre procuraba abrir poco la puerta y la cerraba inmediatamente.
Adelia me veía extrañada y con preocupación. Había descuidado mi aseo personal y mi aspecto. No podía decirle nada.

Me estaba agotando. No conseguía nada, así que, poco a poco, volví a mis actividades. Había perdido peso. Parecía un indigente dentro de mi propia casa. Decidí olvidar el asunto. Tomar un baño, afeitarme, salir de mi habitación. No podía sacarme ese sonido de la cabeza, pero todo parecía indicar que no había nada que lo produjera. Debían ser mis nervios o mi imaginación.

La última noche que recuerdo, casi había olvidado el asunto por completo. Después de leer un poco y ver la televisión, decidí retirarme a mi dormitorio. Me estaba comenzando a quedar dormido cuando de pronto, muy cerca de donde estaba recostado, escuché nuevamente ese sonido rascando mi cama. Me levanté de un salto emocionado. ¡Estaba allí! ¡Lo había escuchado! Esta vez no escaparía.

Me quedé de pie, esperando escuchar nuevamente el sonido. Y sucedió, pero esta vez, lo escuché por el ropero. Se había movido al ropero. Moví el ropero y no había nada. "De seguro es una rata", me dije. El sonido se escuchó entonces cerca de la cama y se hizo más fuerte. Comencé a golpear la cama con un bastón. Escuche perfectamente como si algo se deslizaba hasta el mueble del computador arrastrando sus uñas. Arrojé el mueble y el computador al suelo, esta vez el sonido era constante, se movía de un lado a otro. Podía escucharlo perfectamente. Lancé el ropero al piso y le di vuelta a la mesa de noche y a mi cama. Sea lo que fuera, que estaba allí encerrado conmigo, estaba asustado. Se movía de un lado a otro. El sonido era muy fuerte, muy fuerte, pero no lograba ver nada. Golpeaba hacia todos lados intentando dar con él. Esta vez no me imaginaba nada, todo era real.

El alboroto debió despertar a
Adelia, quien tocó a mi puerta asustada.

—¿Se encuentra bien, señor?

No recuerdo haberle contestado. En ese momento, sólo podía escuchar ese sonido corriendo por los rincones del cuarto. Corriendo por la pared. ¡Huyendo de mí! Estaba decidido a eliminar al invasor, estaba decidido a acabar con esos sonidos, estaba seguro de lograrlo. Le di vuelta a todo una y otra vez. Golpeaba con el bastón todo lo que estaba tirado en el piso. Escuché perfectamente cuando ese bulto, animal, ser o espíritu nocturno, intentó salir por la puerta, yo la había asegurado, estábamos encerrados; eso, lo que fuera, y yo.

—¡Esta vez no escaparás! ¡Voy a eliminarte! —le grité.

Adelia comenzó a gritar afuera como loca. Yo seguía el sonido por todos lados de la habitación intentando atrapar a su causante. Escuchaba cómo intentaba salir por la ventana ese bulto, animal, ser o espíritu invasor!. Le escuchaba rasgar las paredes, la cama tirada en el suelo, el computador, la ropa, todo lo que estaba tirado. Yo golpeaba todos los rincones, pero, a pesar de mi esfuerzo, no lograba encontrarle, no lograba matarle. En mi afán, debí golpear la lámpara de la habitación, quedándome sin luz, a oscuras. Entonces, me vino a la mente una idea que cualquier ser razonable hubiera puesto en práctica. Busqué un encendedor en mis bolsillos y le prendí fuego a las sábanas, a la ropa, a la cama, a los muebles, al ropero, a todo dentro de la habitación. Ese bulto, animal, ser o espíritu iba a morir esa noche incinerado. Debía morir.

Mi gozo y euforia crecían con las llamas. Nunca más volvería a escuchar esos ruidos en la noche. ¡Nunca más! ¡Al fin podría dormir!

Adelia gritaba afuera. Yo apenas le escuchaba. Mi cuarto era un pandemónium que ardía en llamas y yo no saldría hasta acabar lo empezado. Estaba determinado a no oír más a ese bulto, animal, ser o espíritu burlándose de mí, corriendo por mi habitación. Estaba determinado a exterminarle, fuese lo fuese, esa misma noche. Golpeaba las llamas en todas direcciones con el bastón. Podía sentir el calor, el infierno. Casi no podía respirar, pero seguí golpeando todos los rincones del cuarto sin descanso. Mi corazón palpitaba más fuerte. Sentía que la adrenalina me haría explotar. Estaba completamente eufórico entre el humo y las brasas. Llegué a sentir un gozo indescriptible. Reía a carcajadas. Lo había logrado. Ya no escuchaba más ese sonido. Lo había silenciado. ¡Estaba muerto! ¡Al fin podría dormir! ¡Al fin!

Un estruendo acompañó mi último grito, dejándolo ahogado entre el humo y las llamas.

No recuerdo nada más del asunto. No sé cuánto tiempo ha transcurrido desde ese día o noche, no puedo decirlo con certeza. No sé si me desmayé o me quedé dormido. No sé cómo salí de la habitación. A penas y recuerdo un estruendo. No recuerdo más nada. Sólo sé lo que ustedes me han dicho. Nada más que eso.

Al principio, creí estar en casa. La ausencia de
Adelia me ha confirmado lo contrario. Supongo por las vendas y el ardor profundo que me produce el mover mis brazos y mis piernas y hacer gesticulaciones que he sufrido quemaduras graves. Intento moverme lo menos posible. Aunque parece que estoy atado a la cama. No estoy muy seguro. No tengo noción del tiempo en estos momentos. Los hombres de blanco no me dan explicaciones. Los hombres de blanco no me dicen nada, ni yo tampoco. Sólo puedo hablar con ustedes. No puedo mover mis labios, pero sé que me escuchan. La lámpara de luz que permanece constantemente sobre mí me irrita la vista. Prefiero cerrar los ojos en el día y abrirlos únicamente en la noche, cuando está apagada.

¿Saben ustedes cuándo volveré a casa?

Espero que sea muy pronto, porque aquí, señores, cuando apagan la luz, en lo profundo de la noche y justo cuando siento que me voy quedando dormido,
alcanzo a ver un bulto que salta por mis pies y lo escucho rasgar la cama cerca de mi almohada.


Comments (12)

On 5 de enero de 2009, 20:12 , Anónimo dijo...

wow, y esto es algo real??
es solo es viento?
o es tu imaginacion?
bueno, de calquier forma, la vida es un sueño

W.

 
On 5 de enero de 2009, 23:36 , Unknown dijo...

Un escritor solo puede escribir de dos fuentes; una es la realidad, lo cotidiano, las historias que a diario se viven y que nadie cuenta, la otra es lo que hay en la mente del escritor.
Tu hermano has mezclado ambas.
Excelente!!!

 
On 8 de enero de 2009, 18:59 , DEARmente dijo...

La vida es un sueño... exacto.

Casi no pasas por aquí, W ¿o casí no escribo?...

 
On 8 de enero de 2009, 19:02 , DEARmente dijo...

Folósofo, esa cita parece sacada de ¿alguna película? jejejej...

Realidad + Ficción = ¿el bulto?

Todavía falta algo...

 
On 8 de enero de 2009, 23:25 , Unknown dijo...

Para eso nos reunimos a ver pelis para aprender de ellas....
Harry y saly, el graduado, Any hall El apartamento, etc...
O no?

 
On 9 de enero de 2009, 10:17 , DEARmente dijo...

El septimo arte, mi estimado Folosofo, ese es el septimo arte... yo le debo mucho a el.

 
On 9 de enero de 2009, 20:04 , MaRu-ShA dijo...

que paso con el bulto???? noooo... me dejaste con las ganas de saber mas...

si es realidad yo me la paso viendo cosas que no son ciertas pero como tu no creo en cosas paranormales asi que no le paro...si es irreal muy buena imaginacion... pero dime que paso con el bulto???

 
On 10 de enero de 2009, 8:50 , DEARmente dijo...

El ralato está basado en un suceso nocturno, MaRu, pero inofencivo, creo. Todo lo demás es pura imaginación...

gracias por leer.

¿Qué paso con el bulto?

Pues, no sabemos nada.

 
On 10 de enero de 2009, 8:52 , Anónimo dijo...

Realidad + Ficcion = algo normal?

W.

 
On 10 de enero de 2009, 10:20 , DEARmente dijo...

¿Algo normal?...

No sé de qué hablás, mi estimado W.

Realidad + Ficción = ¿Literatura?

En eso de las fórmulas el Folósofo es más certero.

2 + 1 = ¿Tostado?

 
On 10 de enero de 2009, 11:03 , DEARmente dijo...

ahh ya entiendo, W.

 
On 10 de enero de 2009, 11:03 , Anónimo dijo...

jajaja formulas intendibles??
cuando todos esos resultados son los que conocemos?

W.