Ya son cinco noches las que llevo sin dormir. Lo menciono porque es lo normal, dormir de noche, sin embargo, he intentado dormir por las mañanas o en las tardes, sin lograrlo. Me preocupa porque, aunque no me siento cansado o somnoliento, sé que en algún momento voy a padecer las consecuencias de no dormir en el tiempo que está establecido para ello. Eso, precisamente, es lo que más me preocupa. Quedarme dormido en el momento justo en que tenga que tener los ojos abiertos y atentos. De momento, todo es silencio, pero sé que no será siempre así.

***

Martín ha tardado más de lo esperado. Algo debió haberle retrasado. O quizás ya no venga. Pero, no, eso no puede ser posible. No puede dejarme solo aquí, a merced de lo que sea. Han pasado seis días desde el tiroteo, si no me equivoco él debía llegar aquí al segundo día. A mí me ha tomado exactamente un día llegar hasta aquí, y estoy herido, aunque ya no sangro tanto como al principio. Tampoco me duele el brazo. Martín no está herido, creo. Debió haber tomado el camino junto al río que es mucho más largo, aunque más seguro. Sólo espero que no tarde más. Esto está demasiado calmado. El silencio me amenaza.

***

No he comido ni bebido agua desde que estoy aquí pero, por extraño que parezca, no siento ni hambre ni sed. Sigo sin dormir, y, si no he perdido la noción del tiempo, han pasado ya diez días desde que estoy esperando. Anoche no hubo luna, ni estrellas, lo que me hizo sentirme más solo y abandonado. Empiezo a dudar de Martín. Sé que no es un tipo mal intencionado, y estoy seguro que me es muy fiel, pero no es muy listo, nada listo. Lo más seguro es que ha confundido el camino y al darse cuenta de ello, haya intentado regresar para orientarse mejor. Así, en ese ejercicio, lo más probable es que haya desperdiciado días enteros. El sabe que estoy herido, aunque eso no importa, lo que importa es que estoy solo.

***

He decidido salir. Me preocupa el hecho de que no he probado ni un bocado, ni una gota de agua y, aunque no siento hambre ni sed alguna, sé que pronto voy a sufrir las consecuencias de esta adipsia y falta de apetito y, sin remedio, voy a empezar a deshidratarme lentamente hasta desmayarme. Me siento fuerte, pero no voy a confiarme. Anoche, creo haber escuchado algunos pasos y un disparo, o dos. Pero, no estoy completamente seguro; llevo tanto tiempo sin dormir que mi mente puede estarme jugando una broma. Por eso, he decidió salir y revisar los alrededores. Debo encontrar un poco de agua y con suerte algo de comer. Debo salir.

***

Es extraño. No he dormido desde el día en que he llegado aquí; llevo varios días sin comer y sin beber agua, pero, a pesar de ello, no estoy cansado, ni con sueño, ni tengo hambre, ni sed. Mi brazo no me duele desde hace tiempo, creo que dejo de dolerme justo el día en que llegue hasta aquí y ya no sangro, aunque tengo la camisa llena de sangre. Lo único que he sentido en estos días, que ya son varios, es miedo y soledad. No recuerdo cuanto ha pasado desde entonces. Anoche escuche algunos perros ladrar cerca de aquí. Quizás se habían extraviado o buscaban algo, o a alguien. Martín no viene y la noche es más extensa y oscura de lo normal. Estoy solo.

***

Ayer salí por fin a explorar los alrededores. He visto un cuerpo tirado en la hierba a unos cien metros de aquí. Tiene una camisa blanca ensangrentada. Parece sostener un objeto en su mano derecha pero, desde donde yo estaba, no se puede ver con claridad. Creo que es, o fue, un hombre. Ese debió ser el disparo que escuche noches atrás. Un escalofrío extraño me ha recorrido al verle. Al principio, tuve la impresión de que iba a levantarse del suelo como emergiendo de un sueño. Pensé que era un borracho o un indigente que se había perdido en este bosque y se levantaría de pronto, en algún momento, pero espere largo tiempo y no ha sucedido nada. Está muerto, es seguro. Ahora, su cadáver, es mi única compañía.

***

Martín debe haberse confundido. De seguro, se ha extraviado y lo han atrapado. El pobre, con tan poco cerebro, cómo esperar tanto de él. Nunca he dudado de su entrega. Pero, ahora pienso que no debí enviarle solo. No tuve otra opción, yo estaba herido. Ahora estoy más preocupado por él que por mí mismo. Después de tanto, me he acostumbrado a este sitio y, poco a poco, me he animado a acercarme más al cuerpo ensangrentado. Es extraño que nadie haya venido por él en todo este tiempo. Pronto su carne sufrirá descomposición. Eso es seguro. Por el momento, es mi única compañía. Ya no pienso en la comida ni en el agua, así he logrado pasar los días. y sostenerme. Tampoco duermo; no me hace falta. No siento ni frío ni calor. Ni dolor. Pero no puedo apartar de mí el miedo... miedo a estar sólo. Voy a salir de aquí aunque me atrapen. Ya no quiero estar tan solo.

***

Me pareció escuchar a alguien gritando mi nombre. Un mujer. He salido de mi escondite a revisar qué sucedía, pero no hay nada ni nadie cerca de aquí. En mi búsqueda, y sin planearlo, he quedado a sólo unos pasos del cadáver. Ahora he observado más detalles de él. Algo que me ha dejado impresionado es que parece que tiene una herida en el mismo brazo en que me han herido a mí. No puedo asegurarlo pero parece que lo tiene casi en las mismas condiciones. Su rostro está oculto en la maleza; probablemente cayó de frente a la tierra. Su pantalón... su pantalón... es... un jean sucio y desgastado, de seguro por el tiempo que lleva tirado allí, solo y sin nombre... En su mano... en su mano sostiene una... una... pistola... ¡Mi pistola!... ¡No!... no puede ser mi pistola... no... es muy parecida... pero... su brazo...
Hay algo más. Parece que le han disparado por la espalda... su camisa está ensangrentada. No he podido ver más. Le he dejado allí, solo y sin nombre... sentí que al verle me faltaba el aire y desmayaba. He regresado de inmediato. Es extraño.

***

He revisado con mucho cuidado mi brazo. No sangra. No siento frío, ni calor. No tengo hambre, ni sed, sólo miedo y soledad. Me da miedo ese cadáver allí tirado, esperando que lo encuentren. Alguien ha de extrañarle ya y comenzarán a buscarle, entonces, van a dar conmigo. Ahora, después de tener el cadáver tan cerca, me he percatado de una ausencia. Es algo que no noté al principio cuando llegue a este escondite. Mi pistola no está, se ha extraviado. Debí haberla soltado en el camino por el dolor de mi brazo. Ese hombre sin nombre que yace allá tirado esperando sepultura, debió haberla encontrado. Pero, ¿Cómo no me he dado cuenta antes? Debo bajar hasta donde está y quitársela de su mano, antes que despierte. ¿Despierte he dicho? No, debí confundir algunas palabras. Desde ayer que le he visto de cerca, siento que me falta el aire y que me desmayo, por eso no he regresado. Pero, estoy decidido a recuperar mi arma. Debo recuperarla. Voy a ir hasta él y quitársela.

***

Estaba en lo cierto, ¡Es mi arma! Con mucho cuidado y sin tocar el cadáver, le he sacado el arma de las manos. Ahora puedo verlo bien a este muerto anónimo. Así de cerca, es muy parecido a mí en algún momento de mi vida. Casi puedo decir que lleva los mismo zapatos que yo llevaba la noche que he escapado del tiroteo. La misma noche en que le pedí a Martín que... que... no recuerdo bien lo que le pedí. Algo me duele al verlo... mi espalda. Me duele mi espada. Me he sentado porque siento que no puedo más. Un sonido sordo me rodea. Algo me duele profundamente en mi espalda. Lo observo a él y veo su espalda sangrada... me arrastro un poco hasta ver su herida y la sangre coagulada en su camisa. La herida que tiene en su brazo es exactamente igual a la mía. Le han disparado en la espalda, en los pulmones. Le han traicionado, eso es seguro. Le han traicionado. Sangro. ¡Sangro! Me toco la espalda y estoy sangrando. ¡Sangrando después de tanto! Ahora recuerdo bien algunas cosas. Sí, ahora lo recuerdo. Martín debía regresar aquí hace varios días, sí. Quiero verle la cara a este cadáver sin nombre, sin pasado y sin futuro, pero me duele tanto mi espalda, mi herida y sangro, inexplicablemente sangro. Escucho el ladrido de unos perros que se acercan cercan. ¿Me estarán buscando a mí o a él? De pronto, alguien grita mi nombre. ¡Es mi nombre! Tengo miedo. Intento con mucho esfuerzo correr hasta la cueva. Intento llegar al escondite. Tengo sed, mis pies están pesados... sangro mucho, me duele el brazo. Sabía que esto pasaría, lo sabía. Escucho un disparo seco que desde lo lejos se hunde en el interior de mi alma. Me desplomo y caigo al suelo de frente. Hundo mi rostro en la tierra que huele a humedad y muerte. Extiendo mi mano que se aferra a la vida... Muero... Creo que esta vez si muero, con el arma en mi mano... es el fin. Ahora lo recuerdo bien; antes, en algún momento, me pareció haber visto un cadáver muy parecido al mío, a este que ahora dejo tirado en el bosque, sin nombre ni apellido y sin sepultura.


David E Alvarado
dear1979©Todos los derechos reservados.

Comments (2)

On 6 de marzo de 2009, 8:38 , Anónimo dijo...

Otro excelente cuento
ya lo leo mas detenidamente amigo

 
On 19 de marzo de 2009, 18:29 , mjromero dijo...

Todas las entradas que he leído me han parecido de letra-Mayúscula.
en este, por ejemplo, has logrado muy bien esa sensación de encierro, de angustia acerca del otro y de uno mismo... la herida, la sangre...
Seguiré tus letras-minúsculas.
Saludos.