1998. Después de salir de una de sus clases matutinas (antes que finalice, por cierto), el autor de este blog (y otros poco visitados también), se interna por los pasillos de la biblioteca de la universidad en la que, como mucho esfuerzo y total desorientación, intenta adquirir una licenciatura (en administración de empresas), muy a pesar de sus instintos.

Su misión, en esta ocasión, no tiene nada que ver con la búsqueda de algún libro de cine, teatro o poesía. Intenta ponerse al día de las clases que se ha perdido por asistir a todas las funciones que programa el Cine Club Universitario y cuyos horarios, casi siempre (siempre), han coincidido con los horarios de sus clases. Además, el mundial de fútbol que se desarrolla en Francia, no le ha dejado mucho margen de maniobra. Los partidos se transmiten en la mañana.

Después de fracasar abiertamente en conseguir que uno de sus compañeros le preste un cuaderno con las clases al día (nadie lo tiene al día), ha decidido acudir a los libros, la fuente de toda sabiduría. Sin embargo, al consultar a la bibliotecaria, se ha enterado que los libros que busca ya han sido retirados por algunos de sus compañeros que están en las mismas condiciones que él, no hay ninguno disponible.

¿Dije en las misma condiciones? Si, eso dije, pero es imposible que alguien estuviera en las mismas condiciones.

En su plan de borrón y cuenta nueva, decidió hacer este semestre en el turno matutino, pero, el destino (o la mala suerte) le ha estropeado parte del plan. Una de sus materias (indispensable en esos momentos), sólo se impartiría en la noche. Debido a una sentencia de su patrocinador universitario, su padre, no puede evitar inscribirla, debe cursar todas las materias posibles de este semestre para arreglar el desorden que ha generado en su pensum.

Entonces, para su disgusto, ha inscrito la famosa materia en horario nocturno y las otras por la mañana. Eso indica que debe regresar a la universidad por las noches, exactamente tres veces a la semana. Lo bueno (o lo malo), es que logró inscribirla en el grupo más anónimo de todos. El aula, apenas y tiene unos doce alumnos cursando la materia (aunque sólo se presentan unos seis por clase), y, para su tranquilidad, se imparte en una de las aulas donde nadie conocido pueda verle. Para acentuar su anonimato (o invisibilidad) siempre ingresa al aula cuando ya a comenzado la clase, para caminar por los pasillos cuando están vacíos, y, además, siempre se va antes que finalice la clase.

Pero, volviendo al asunto de la biblioteca...

Para que su visita no sea en vano, y para esperar que alguno de sus compañeros desocupe el 'tan deseado libro', decide resolver una misión que hace un par de días, o, hace algunas noches, para ser exacto, asumió después de una de sus acostumbradas conversaciones sin sentido que suele mantener con su hermano, y que esta vez, había incluido a su madre. En esa platica, recordaron que un periódico local había fotografiado a su mamá mientras ella brindaba ayuda humanitaria después del terremoto de 1986 y luego habían publicado esa foto en la primera plana, además, comentaron el hecho de no haber guardado un ejemplar como testimonio.

Es justo en ese preciso instante, en el que el autor de este blog asume la misión de encontrar un ejemplar de dicho periódico y, para ello, decide iniciar la búsqueda en la biblioteca de su universidad.

Entonces, aprovechando el tiempo libre que le dejo la fallida misión del libro que buscaba, y evitando a toda costa caer en la tentación de leer sus libros acostumbrados de cine y teatro, decide irse directo a la hemeroteca, donde inicia su búsqueda, sin embargo, durante su búsqueda, algunos pensamientos no planeados le sacuden la mente y, de pronto, se ve tentado a buscar en el archivo no sólo los periódicos de octubre de 1986 sino también los de mayo de 1979.

¿Qué buscaba? Pues, nada en particular, simplemente quería ver como había sido el periódico que se publico el día en que los doctores y su madre se pusieron de acuerdo para sacarlo del vientre y exponerlo a esto que estaba viviendo.

Curiosamente, alguien más había pedido ese día esos ejemplares, digo "esos" porque todos los periódicos del mes son agrupados como un libro enorme bien empastado y con costuras de hilo para asegurarlos entre sí.

El bibliotecario toma de la mesa de devoluciones el ejemplar solicitado y se los entrega no sin antes advertirle que "el daño a cualquiera de las páginas de los ejemplares puede significar una suspensión académica además de una sanción económica". Luego de los juramentos y promesas del caso, se lleva los ejemplares a la única mesa disponible del lugar.

Nuevamente, se estaba saltando el plan. Ni el libro que buscaba al principio ni la portada donde aparece su mamá, nada de lo que al principio tenía previsto estaba desarrollando, sin embargo, al abrir el periódico y buscar la fecha indicada, sus ojos notaron en uno de los rincones de la página un texto en particular: un poema.

La Revista Dominical del 6 de mayo de 1979, publica en una de sus página un poema de Jorge Antonio Ramírez dedicado a su inolvidable profesor David Luna.

El poema, impresionó fuertemente a este individuo confuso y desorientado. Casi sintió que al leerlo, se lo estaba leyendo a si mismo, con las salvedades respectivas.

Tanto lo afectó, durante años decidió guardarlo para publicarlo un día específico, ese día específico al parecer ha llegado y lo ha dejado colgado en su otro blog con intenciones desconocidas...


Al día de ahora, el autor de este blog no recuerda si violó la ley de la biblioteca al sustraer ese fragmento del periódico, aunque el hecho de no haber sido multado ni expulsado demuestran que no hizo ningún daño a esos ejemplares, además, de haberlo extraído, lo tendría en su archivo de recortes importantes, sin lugar a dudas.

El hecho es que, ese día cualquiera, el autor de este blog se lleno la boca de una sonrisa extraña porque, la vida, con todo y sus malas jugadas, al menos le dejo un detallito más que agregar a su colección de "extrañas casualidades", aunque no sea una dato relevante para otros.

Ah, y sí, esa vez olvidó conseguir la portada donde aparece su mamá, y después reprobó la materia para la que necesitaba el libro que buscaba al principio, y años después abandonó la universidad, y su plan borrón y cuenta nueva nunca funcionó, y su pensum, si lo revisáramos, todavía es un completo desastre.